The position of Spain in Europe would be reinforced should the People's Party stop using the prospect of Kosovo's recognition put forward by the Spanish government as a political tool
ESPAÑA DEBE SER MÁS EUROPEA
ABC
8 August 2009
¿Puede un Estado europeo moderno tener su propia política exterior independiente? Cuando el jefe del Estado puede estar informado en cuestión de segundos de cualquier acontecimiento importante que afecte a su país, ¿qué le queda al ministro de Asuntos Exteriores? La verdad es que bastante. La diplomacia y la necesidad de una política exterior cuidadosamente elaborada no se pueden suplantar, porque un país que no sepa cómo pensar y actuar a escala internacional estará en desventaja a la hora de lograr sus objetivos.
Europa carece actualmente de una política exterior coherente. Tiene uno de los mejores estadistas del mundo en materia de política exterior en la persona de Javier Solana, pero la incansable labor de éste, que ha permitido a España estar en el centro de la toma de decisiones clave tanto en la OTAN como en la UE durante más de una década, no puede sustituir la ausencia de una voluntad firme respecto a lo que debería ser la política exterior común.
A Europa le falta una visión común en cuestiones esenciales. ¿Qué actitud debe adoptar frente a Turquía? La derecha europea, personificada por Nicolas Sarzoky y Angela Merkel, es hostil a que Turquía avance en su objetivo de convertirse en miembro de la UE. La izquierda europea (Gordon Brown en Londres y José Luis Rodríguez Zapatero en Madrid) ha adoptado un planteamiento más a largo plazo y considera que una Turquía que mire al oeste hacia Europa es mucho mejor que una Turquía que se sienta aislada y que mire al este y al sur, bajo influencia islamista, o al norte, hacia Rusia.
¿Qué posición adoptar frente a Rusia? El eslogan en Moscú es «Arriba Rusia, abajo EE.UU., fuera Europa». Tontamente, algunos líderes europeos han caído en el juego del Kremlin al pretender entablar una relación mano a mano con Vladimir Putin en lugar de forjar una política europea común y mantenerla. Pekín y Nueva Delhi, al igual que Moscú, prefieren negociar con una Europa disgregada.
La tarea más importante para España a la hora de prepararse para la crucial presidencia de la Unión Europea será invitar a los líderes de Europa a trabajar como un equipo por encima de los egoísmos nacionales. Esto significa decirle la verdad a la opinión pública nacional, que suele plantearse la política exterior en función de su orgullo, su historia y su identidad nacionales.
Pero el nacionalismo y la ideología son malos consejeros para una buena política exterior. Felipe González lo entendió cuando luchó por el sí en el referéndum sobre el ingreso de España en la OTAN hace más de 20 años.
El ministro Moratinos también ha comprendido este punto tan fundamental con su valiente visita a Gibraltar. A los que odian a España en el Peñón, así como al poderoso grupo de presión londinense a favor de Gibraltar, les encantaría ver que Madrid trata Gibraltar como una cuestión de orgullo nacional originada por tres siglos de ocupación inglesa. Pero Moratinos les ha robado la baza al acceder a visitar Gibraltar. Éste es en líneas generales el estilo de Moratinos. Moratinos entiende la expresión francesa «Les absents ont toujours tort» (los que no van siempre se arrepienten), y se asegura de que España está presente, aunque a algunos en Washington les moleste que viaje a Cuba y a Venezuela para hablar con sus caudillos locales.
Moratinos es de los que tienden por naturaleza a solucionar problemas, no a crearlos. Esto a veces provoca las críticas de los que quieren que la política exterior sea toda grandes gestos y voces gritonas al estilo de Metternich, Palmerson o, más recientemente, Dominique de Villepin o Hugo Chávez.
España puede suponer una diferencia decisiva para el futuro de Europa si utiliza la presidencia de la UE para fomentar la paz en los Balcanes. Esto debe empezar por un reconocimiento de Kosovo, que nunca jamás aceptará el dominio de Belgrado.
La posición de España en Europa se vería reforzada si el PP accede a no utilizar políticamente una hipotética decisión del Gobierno del PSOE de reconocer Kosovo. España puede ser un actor poderoso en política exterior si se vuelve más europea. Esto requerirá distinguir claramente entre el interés nacional de España y las sensibilidades políticas de los partidos en cuanto a la identidad y al orgullo nacionales.
Con París y Berlín cada vez menos capaces de cooperar, Londres esperando unas elecciones que podrían dar paso a un Gobierno conservador antieuropeo y Roma enredada en las excentricidades de Berlusconi, Madrid tiene la oportunidad de ejercer un liderazgo real en materia de política exterior.